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miércoles, 22 de octubre de 2014

El miedo, Ramón María del Valle Inclán

Título: El miedo

Autor: Ramón Mª del Valle Inclán

Género: Relato breve 

Editorial: Austral - Narrativa

Forma parte de los libros de relatos: Jardín umbrío, Jardín 

novelesco y Flores de almendro* 


Este relato, sigue el esquema clásico narrativo: comienzo o presentación, nudo y desenlace. 
El comienzo o presentación es muy breve, un anciano cuenta, en primera persona, una historia mucho tiempo después de que acaeciera lo sucedido pero, para el narrador-protagonista -el futuro granadero del Rey-, los sentidos y los sentimientos que guarda de aquel instante están aún a flor de piel a pesar del tiempo transcurrido. Como dice el autor: de mozo prácticamente imberbe a viejo caduco.
Al tratarse de un relato breve los personajes son pocos: el muchacho, la madre, el sacerdote, el rey (por alusiones)... 
Este comienzo "desde el final", nos trae a la memoria el recuerdo de García Márquez quien jugó con ese modo de presentarnos los hechos en "Cien años de soledad".
Valle Inclán, sin casi darnos cuenta de ello, nos sumerge en la Galicia más profunda, en la Galicia de las pequeñas y antiguas iglesias, de pueblecitos perdidos entre bosques de pinos, eucaliptos y helechos; en un entorno rural pleno de miedo, fantasía y supersticiones.
Quien conozca algo de Galicia y de su medio ambiente, le será muy fácil visualizar esas iglesias de piedra, antiquísimas, con el exterior cubierto de moho, que rezuman humedad.
En cuanto al interior, por lo que conozco, suelen ser lugares lúgubres, húmedos, en el que muros y columnas también están tomados por el verdín y los hongos; despiden un olor especial como a sudor y a putrefacción; a veces desprenden un ligero aroma a la cera de las velas –si es que están encendidas-. A cualquiera que las visite el escalofrío es algo connatural, no pasa desapercibido: la obscuridad del interior, ese frío húmedo, las losetas que cubren el suelo, todas ellas con nombres y fechas… ¡Porque bajo aquel suelo descansan los habitantes del lugar, los más pudientes! Y, a estos hay que añadir, si la capilla o iglesita es algo grande, los enterramientos en los muros laterales, sobre altares o en pequeños nichos donde, como en el relato, aparece la escultura del difunto. 
Los ruidos...

Todo esto ayuda a asustar a cualquiera, como sucede en la historia. Aterrorizar a todos, menos al prior quien, además de sacerdote, fue antes militar y al que no le espantan las “meigas” a pesar, y como dicen los gallegos “Que, haberlas, hailas”. 
El sacerdote es un hombre templado, valiente, que obliga al muchacho a abrir el sarcófago para ver qué sucede dentro de él y, cuando ya  ha satisfecho su curiosidad, y ve que el joven se espanta, ni tan siquiera aguarda a que se confiese, sino que lo deja sin darle la absolución “por cobarde”.
El encontrar ese nido de serpientes en la calavera del difunto es como si el autor con esto nos dijera: “La serpiente –léase, el diablo- nos sigue hasta el más allá”, pensamiento mío que pongo en boca del autor. Pensamiento que, creo, tiene dos lecturas:

1 – La serpiente-diablo nos sigue hasta el más allá y permanece enredada a nuestros huesos sin abandonarnos porque en vida le pertenecimos.

2 – La serpiente-diablo nos sigue hasta el más allá y permanece enredada a nuestros huesos intentando hacernos suyos, algo que no consiguió mientras vivíamos…

Esta obra es un gozo de lectura, por su prosa impoluta, por sus figuras retóricas (tiene muy hermosas comparaciones) y, cómo no, con su pizca de sorna: “¡Yo no absuelvo a los cobardes!”.



* 2013-05-27IV Salón de LecturaComentario del relato: “El miedo” de don Ramón María del Valle Inclán.




Nota.- Esta obra se publicó por primera vez el 27 de enero de 1902 en el periódico El Imparcial. El autor lo incluyó, apenas sin variantes, en todas las ediciones de los Jardines (Jardín umbrío y Jardín novelesco) hasta la última de 1920. Fue reproducido profusamente en numerosos periódicos y revistas de la época. En Flores de almendro, cuidada e importante recopilación de todas las novelas cortas y los cuentos publicados en libro, realizada por Juan B. Bergua en 1936, dos meses después de la muerte de Valle Inclán, que había merecido su visto bueno, “El miedo”, contando esta edición, fue editado veinte veces en vida de su autor. La mayoría de los cuentos que forman parte de Jardín umbrío participa de los rasgos estructurales de lo que conoce como Memorias: relatos con presencia de narrador, escritos en primera persona.




Biografía del autor.- Ramón Valle y Peña (Villanueva de Arosa, 28 de octubre de 1866 –Santiago de Compostela, 5 de enero de 1936), también conocido como Ramón del Valle-Inclán o Ramón María del Valle-Inclán, fue un dramaturgo, poeta y novelista español, que formó parte de la corriente literaria denominada modernismo en España y se encuentra próximo, en sus últimas obras, a la denomina
Imagen obtenida en Internet
da generación del 98. Se le considera uno de los autores clave de la literatura española del siglo XX.
Respecto a su nombre público y literario, Ramón del Valle-Inclán es el que aparece en la mayoría de las publicaciones de sus obras, así como en los nombramientos y ceses de los cargos administrativos institucionales que tuvo en su vida. El nombre de Ramón José Simón Valle Peña sólo aparece en los documentos de la partida de bautismo y del acta de matrimonio. Como Ramón del Valle de la Peña sólo firma en las primeras colaboraciones que realiza en su tiempo de estudiante universitario en Santiago de Compostela para Café con gotas. Semanario satírico ilustrado. Con el nombre de Ramón María del Valle-Inclán se le encuentra en algunas ediciones de ciertas obras su época modernista, así como en un texto igualmente de su época modernista, que responde a una particular «autobiografía». No sólo él mismo toma a veces este nombre durante esta época literaria, sino que también Rubén Darío igualmente así le declama en la «Balada laudatoria que envía al Autor el Alto Poeta Rubén» (1912). Por otra parte, tanto en la firma ológrafa que aparece en todos sus textos manuscritos, como en el membrete del papel timbrado que utiliza, sólo indica «Valle-Inclán», a secas.
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